Fue Carl Rogers, quien más trabajó en su momento, con la empatía del terapeuta, como forma de establecer el vínculo terapéutico, él definía la empatía, como la capacidad de «sentir el mundo del otro como si fuera propio» pero recordaba siempre, sin olvidar el «cómo si»
Parece fácil, pero no lo es tanto, ese «como sí», implica, ver- sentir, confluir, y separarse, ver desde fuera, también implicarse, separarse, dejarse ser lo que el paciente ve, para que se dé la proyección, intuir y empatizarse con lo que siente, separarse para no alimentar el imaginario del paciente y para poder favorecer que emergen las heridas encerradas en la proyecciones y poder seguir con el trabajo terapéutico. Casi nada, Vamos!
Por empatía como por proyección, el terapeuta va a ser para el paciente otro que no es él, su ideal de hombre o mujer, su padre o madre ideal, su padre o madre temida, su juez, su amigo, etc….y el terapeuta presta su ser a ese juego necesario e inevitable.
Necesario para generar empatía y crear el vínculo, inevitable porque el paciente, durante mucho tiempo, aún viéndonos no nos van a ver, sin conciencia o con ella, nos va a idealizar. Porque el paciente, nos va a suponer un saber que le ayuda a dejar de sufrir, y además desde su estado de vulnerabilidad, va a repetir sin querer, sus modalidades de búsqueda de amor, de búsqueda de un padre o una madre ideal, para encontrarse sin quererlo con los rasgos del terapeuta que le recuerdan o le hacen sentir como con su madre, padre, su ex… de la idealización a la figura temida. En suma, su hermoso y colorido, juego de espejos, en los que el terapeuta, aún prestándose no se lo cree, sabe que no es él (sin olvidar el » como sí»)
Las primeras corrientes psicoanalíticas, cuidaban en exceso, que el terapeuta no diera pistas que alimentaran estas proyecciones, hoy en día, se sabe que, incluso en los círculos psicoanalíticos se prima el vínculo, se estudia y tiene en cuenta; el terapeuta debe hacerse cargo de la parte de las proyecciones que le conciernen y que pueden obstaculizar el desarrollo del proceso terapéutico.
Conviene observarse a uno mismo desde fuera, cuando trabaja, para definir la modalidad de vinculo en el que uno incurre, tanto por sus necesidades personales, como por las proyecciones o identificaciones proyectivas, en las que uno va siendo involucrado
Desde la neurociencia se sostiene que la empatía nace gracias a las neuronas espejo, como una necesidad del bebé de supervivenvia que le calma la ansiedad de saberse separado y la idea de comparar al otro para calmarse o de saber que debe hacer para ser amado y sentirse protegido.
Este lado de la empatía, que nos predispone a confluir con el otro, puede que nos deje demasiado haciéndonos cargo de los dolores del otro.